jueves, 27 de febrero de 2020

Nuestro bario y entorno


Sin sueño en la madrugada y sin podernos despertar por la mañana. ¡Vaya lío!
Escuchábamos música que venía del centro escolar que teníamos enfrente del apartamento.
Paseando por el barrio

Patio del colegio














Finalmente, ¡salimos! Llovía y hacía frío, pero la ilusión de estar aquí y explorar tiendas e intentar hacerte entender con los japoneses es una más. Son muy amables. En una tienda, una japonesa, de cierta edad, no se daba por vencida y me dió un papel para que le dibujara lo que le pedía. Que no era otra cosa que un adaptador de enchufe para conectar los nuestros, los europeos, a la corriente eléctrica. Pues sí, aprendí mi primera palabra japonesa. Enchufe = Dinki (pronunciación figurada).

Adaptador al japones.
Enchufe muy útil para moviles














En el paseo por el barrio pudimos observar el día a día de la sociedad japonesa. Se utiliza la bicicleta como medio de desplazamiento para todas las edades. Los padres, mayoría madres, llevan a sus hijos al colegio en bicicleta. En algunos casos llevan a dos, uno adelante y otro atrás. En algunas calles hay carril de bicicletas y en otras no, pero andan igualmente, y hay que estar muy pendientes de ellas.

En este caso lleva tres niños. Uno delante y dos detrás.

Al mediodía comimos cerca del apartamento en un restaurante llamado "Sukija", muy económico y comida rica. Nos fijamos que entraba mucha gente y no nos decepcionó. Salimos a 6€ por persona. Comimos una sopita y un bowl de carne y arroz.
Pensamos que las cenas y los desayunos los haríamos en el apartamento por diversas razones. La principal, el bebé, y dado que estaríamos un mes en Japón era preferible descansar del todo el día callejeando y terminar el día con cenita a nuestro estilo, tratando de equilibrar nuestra dieta. Y por todo esto, hacíamos la compra en el super.
Pese al mal tiempo Mikel y yo nos animamos a ir andando hasta Uono, a 2,5 Km. Es una de las zonas importantes en Tokio. Pasamos por unas pequeñas y estrechas calles llenas de pequeños restaurantes. Me encantaría disfrutar en esas pequeñas mesas de una exquisita comida japonesa. Algunos estaban sentados en mesas bajas con su calzado a sus espaldas. ¡Muy gracioso!

Pequeños restaurantes en las callejuelas

El camino a casa lo hicimos más rápido ya que la temperatura era de 4ºC.


La anécdota de este día fue el café con leche que pidió Mikel en una cafetería.



Preparamos una ensalada y unos sabrosos huevos fritos y seguidamente nos recogimos para dormir y yo para repasar el día escribiendo este diario de Bitácora.

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